lunes, 13 de febrero de 2012

A 36 años del asesinato del Padre Pancho

El 13 de febrero de 1976 los militares de la Brigada de Tigre entran a la casa parroquial de la capilla de Nuestra Señora de Carupá y asesinan brutalmente al padre Pancho Soares y a su hermano.
Fue asesinado por comprometerse con los oprimidos: por fundar dos cooperativas que promovían social, económica y espiritualmente a hombres y mujeres sin trabajo, abandonados al costado del camino. Asesinado por decidir vivir junto con su pueblo. Asesinado por trabajar de contador en un mercado y ganarse dignamente su sustento económico. Asesinado por vivir el servicio, por ser samaritano. Asesinado por denunciar la desaparición de una catequista de su comunidad junto con su esposo, obrero de Astarsa, que reclamaba un salario justo (como ordena la doctrina social de la Iglesia Católica). Asesinado por seguir el camino de Jesús.
“Si el grano de trigo no muere no puede dar frutos”.
Como cristianos es nuestro compromiso hacer memoria de todos estos pastores, laicos, consagrados, catequistas, que dieron su vida -y arrebataron su sangre- por el Reino. Recordarlos, difundirlos, discutirlos. Pero sobre todo entregar nuestras manos al seguimiento de Jesús, tal como lo hicieron ellos. Comprometernos por la liberación, la opción de Dios y transformar las estructuras pecaminosas que separan a los hombres.
Ser nosotros los frutos de este sacrificio, los obreros del Reino.

Padre Pancho,
Mártir por la liberación de los oprimidos.
Ruega por nosotros.

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